jueves, 7 de enero de 2016

Maferefun, cuervo.












La libertad pedí.
Y mi espíritu dijo: -rompe todos los moldes.
Quema todas las vírgenes y santos.
Arrasa,
con todo lo que el mundo de los hombres marcó como divino.

Avanti.
Construye tu santuario, marinero.

Y desde aquel santuario
hecho de pedacitos de
mis sombras
llegó la luz  del verso,
como un aljibe
pleno de libertades para el alma.

Llegaste,
compañero.

Esculpiendo tu tótem
de viento y Sinaí en las alturas.

*Maferefun,
cuervo.


*

Qué el poema más hondo
es el que no se nombra.
No lo dudo.

Lo que nunca nombramos
nunca existe.

Y hay tanta intimidad en los poemas

tanta,

que no abrigo el deseo de asumir ese rol
de Dr. "Víctor Frankestein" distinguido y poético.
Yo elijo se me mueran los poemas.
(Quizás cuando despiertes
vuelva a abrir el quirófano)

Quizás cuando tu voz
de mando vuelva a repetirme: — Avanti.
Confianza marinero.
La fuerza de tu verbo es el escudo
que puede a la tormenta.

Quizá cuando regreses,
escultor de palabras y de versos
que ahora estás posado sobre el silencio oscuro de tu mástil,
calibrando los lances
de hombres que no alcanzan a
izar velas de paz en sus galeras.

Y yo te pienso desde mi sólo mástil.

Te pienso como un pájaro negro
remontando su vuelo
desde su super nova.

Un pájaro mayor que conoce los mapas
de todos
los océanos
literarios
de este mundo,

y aguardo tu regreso.

*

Me preguntaba yo, luego de hacer la siesta
qué pasaría hoy,
exactamente hoy. Un Lunes a las seis
si me muriera.

Mi amor, mi gran amor del mundo y de los mundos
buscaría otro amor,
porque tú sabes bien, amigo mío,
de amor nadie se muere
y el hombre siempre vuelve a ser amor.

Es ley de vida.

Mis hijas, mataharis guerreras. Compañeras
de fatigas del alma
a las que hice mujeres
antes de que sus ojos lo pidieran,
a las que hice montañas
sin posibles ascensos de lo absurdo,
se buscarán la vida
con tal de que la vida no las muerda.
Como les enseñé.

Me quiero más que nunca en esta hora.
6:45 de la tarde.

Cada trozo de carne, de manos y de sombra.
De mí, lo adoro todo.

Porque quiero vivir
pa' que vivan los míos mi alegría.
Mi son de libertad.
Cada grito de guerra que le doy al destino.

Vaya a la mierda el diablo y sus tragedias.

Nunca creí en la muerte.
Ni quiero que me lloren.

Que corra el ron sobre cubierta.

Pero aún nos queda mucho
que dar a nuestra flota.

Maferefun mi cuervo,
Maferefun.
Ayer mañana y siempre.