Tauromaquia.
Hoy la palabra se me presenta en cueros. Se ha liado la manta a la cabeza y en rebeldía, ejerce impúdica su danza exenta de esos adornos torpes que —según ella— nublarían sus dictados.
Así andan las cosas. Y yo no puedo más que contemplar, desde el bloqueo, la sencillez de su estructura estrófica embuida en un tanga como único amuleto para salvar su suerte.
En realidad nunca me impresionaron los desnudos, lo mío es fantasear con lo que hay debajo del vestido; pero a ella ya no le interesa el maquillaje, ni la fastuosidad, prefiere andar en cueros por mi casa como una libertaria que le da un ultimátum a su hombre: y bien, Mady, ¿me tomas o me dejas?, mientras yo entro en la última de las tres fases del fuego y mancillo su honor a grito limpio en inglés, en español castizo y en cubano.
Me siento como un memo que no tiene ni idea de como proceder ante el destape de esa perra loca que no lleva siquiera un triste brillo para caerme en gracia; tan confuso que no sé si encajarle un fajo de billetes en la goma del tanga en un intento vil de camelarla, o si darle esquinazo; olvidar que una noche —mientras ahogaba en vodka mi habanidad nostálgica— sentí el impulso ciego de vestirme de luces; echarme al ruedo como hacen los toreros espontáneos, espada al ristre ponerla de rodillas con un par de estocadas y rematar la faena cortándole las orejas y el rabo.
Presiento que no habrá puerta grande en mucho tiempo, ni paseo en volandas, ni trofeos.
La Doña se ha emperrado en asestarme su más fiera cornada.
Estado de mutismo.
Ya vienen a buscarla
los soldados del trueno y la desidia.
Ya llegan,
armados con mordazas
marchando uniformados de azul frío.
Ya la arrancan a golpes de mi lengua.
La violentan. La arrastran
y la dejan caer,
estrepitosamente, ante mis ojos
sobre las cataratas del silencio.
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Y me llamó, su voz atrincherada
allá, donde concluyen
mis pactos y tratados con los hombres.
Los ecos de mi sangre, mis recuerdos.
Llamó,
desde donde mi "yo" más racional
hace frontera
con la voz libertaria de mi espíritu.
Mas no quise atender aquel resuello
por no contaminar con mi vacío
su lírico legado.
Tal y como diría
papá Hemingway,
las tristezas de un hombre se destierran
en cualquier bar de paso,
jamás en la palabra.
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¡Mi capitán, sirena a la vista!
Desprotegida,
Ariel de juventud
que ha perdido en el trueque
sus brújulas a puerto y sus zapatos,
ella
ella
entra en mi orbe levantando espejismos
sobre mis horizontes de grumete.
Ella desdobla y multiplica el camarote
en cientos de universos
cuando despliega heroica —tan niña—
las fichas de su puzzle metafórico
sobre las coordenadas de mi cama.
Capitales y razas se erigen y ventean en sus manos,
y el secreto del mar se nos revela.
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Poetry in motion.
Pensé que solo irían en mi busca
Pensé que solo irían en mi busca
marinos pesarosos y atalayas
galeras y piratas derrotistas,
la mar soliviantando las batallas.
La oí desde el delirium de mi encierro
en cruda arremetida, consagrada,
desnuda en mi hemiciclo sin recatos,
espléndida sin muros ni corazas,
cantando en desafío desde el púlpito:
Destruye sin temores mis medallas
mi podio de vestal, mis capiteles
lo frívolo y distante de mi casta,
mi lira, mis romances y mis mundos
de rompe corazones desalmada.
Quebrántame la paz hasta el ahogo
secuéstrame en la vid de tu palabra,
secuéstrame en la vid de tu palabra,
bébete mi cantar de Melibea
y llévame en tu sangre adonde vayas.
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Qué intenso es esto del amor,
qué garra tiene el corazón, sí, jamás pensé que sucediera así.
Bendita toda conexión
Bendita toda conexión
entre tu alma y mi voz,
jamás creí que me iba a suceder a mí.
jamás creí que me iba a suceder a mí.
Por fin lo puedo sentir,
te conozco y te reconozco que por fin sé lo que es vivir,
con un suspiro en el pecho y con cosquillas
por dentro... Por fin sé por qué estoy así.
Tú me has hecho mejor, mejor de lo que era...
y entregaría mi voz
a cambio de una vida entera.
a cambio de una vida entera.
Tú me has hecho entender
que aquí nada es eterno,
que aquí nada es eterno,
pero tu piel y mi piel pueden detener el tiempo.
No he parado de pensar
hasta dónde soy capaz de llegar,
por que mi vida está en tus manos y en tu boca.
Me he convertido en lo que nunca imaginé,
has dividido en dos mi alma y mi ser,
porque una parte va contigo
aunque a veces no lo sepas ver.
aunque a veces no lo sepas ver.
Por fin lo puedo sentir,
te conozco y te reconozco que por fin
sé lo que es vivir,
con un suspiro en el pecho,
y con cosquillas
por dentro...
por dentro...
Por fin sé por qué estoy así.
Tú me has hecho mejor, mejor de lo que era...
y entregaría mi voz a cambio de una vida entera.
Tú me has hecho entender
que aquí nada es eterno,
pero tu piel y mi piel pueden detener el tiempo.